lunes, 30 de marzo de 2015

Una Segunda República


Omar Williams López


No hay duda que el actual andamiaje institucional esta trizado y que poco se lograra si  intentan poner algunos pequeños parches, tarde o temprano se derrumbará y antes del derrumbe hay que reconstruir la obra constitucional, hay que refundar la república.
La captura de la política por parte de las grandes empresas otorga la justificación, a los ciudadanos, que han demostrado su desafección por la acción política, a través de una creciente abstención.
Los ciudadanos llegaron a la convicción que las oferta de los conglomerados políticos, no difieren sustancialmente uno del otro y dada la exaltación de los hechos insignificantes de la farándula nacional, los cuales ocupan las principales líneas editoriales de los canales de televisión, esta farándula termina banalizando la política y lo importante es que los candidatos sean atractivos, ya sean hombres o mujeres, lo importante es que ganen y como buen producto de marketing hay que masificarlo, ojala con fotos bonitas que destaquen sus atractivos físicos, su coqueta mirada, sus pestañas, su sonrisa. Del mundo de las ideas nada, se sus propuestas cero,  de sus valores o principios, un hoyo negro.
Son estos legisladores, no todos por su puesto, los que legislan, los que hacen las leyes que condicionan nuestra vida cotidiana. Son estos legisladores los que aprueban las leyes laborales y los que aprueban, finalmente, el presupuesto de la nación. Son estos legisladores los que definen leyes, cuyas consecuencias se viven en  Los Caimanes, que existen a lo largo del territorio nacional.
La institucionalidad que nos rige tiene un Alma Mater, un ADN y es no es otra cosa que la Constitución nacida el año 1980 y modificada por la Concertación, pero esas modificaciones no borraron su impronta.
La impronta de la constitución que nos rige es de origen dictatorial, no es expresión de un consenso social y define el rol del Estado como un Estado subsidiario, un Estado  en   función del Modelo Económico Neo Liberal. Toda la institucionalidad que rige y demarca nuestra vida institucional y nuestra vida cotidiana, está regida por esta Alma Mater.
Es esta impronta la que vive todos los días con nosotros, manifestada en las atenciones de salud que nos brinda el sector público y privado, en la definiciones de nuestros salarios, en los interese usureros de las instituciones financieras que debemos cancelar, si tenemos la poca fortuna de caer en sus manos.
Un profesor con 30 o 35 años de servicio gana aproximadamente 800 mil pesos mensuales, al jubilarse este monto baja aproximadamente a 120 mil pesos ¿Cómo le explicamos este hecho? ¿Cómo le explicamos que sus fondos no crecieron mucho, pero si crecieron las ganancias de las AFP?
El país requiere y demanda la existencia de un Estado que realmente brinde la vigencia de los derechos a todos sus ciudadanos, sin excepción. Hoy las mentes más claras de nuestra decadente  I República, saben que el Estado protege los derechos de unos pocos en desmedro de las mayorías.
En los últimos seis años, al menos, hemos presenciado una serie de marchas de demandas ciudadanas, todas ellas son expresión del descontento con un Estado que no responde a sus necesidades básicas o elementales, como son la una educación pública y de calidad, prestaciones de salud que permitan mejores condiciones de vida, incluido los excluidos de siempre, como son las personas con discapacidad. Las marchas ciudadanas para proteger el medio ambiente o las manifestaciones para dar cuenta que existe una diversidad sexual, son expresiones de un Estado que cada vez más de estar por una grave hipoacusia.
Cuando un Estado no cumple su rol fundamental de proteger los derechos de todos los ciudadanos, estos espacios vacíos que el propio Estado genera, son ocupados por pandillas organizadas.
Este nuevo consenso social, basado en los derechos inalienables de las personas no es otra cosa que una Nueva Constitución, generada por una Asamblea Constituyente.
La redacción de una Nueva Constitución Política para Chile, no puede descansar en un parlamento que no responde a los intereses de la mayoría, es evidente que algunos de ellos están ahí para defender y legislar en beneficio de los intereses de los grandes grupos económicos.
Este hecho es la primera manifestación de abandono de la democracia representativa que hoy tenemos, para dar paso a una democracia sustantiva, sin exclusión  social y territorial, donde todos nos hagamos cargo del devenir de nuestra sociedad.
Esta acción fundante es la reconstrucción de una nueva arquitectura institucional que inevitablemente conduce a la cambio del actual modelo económico que nos rige. Ya que este modelo ha permitido la concentración del poder económico, a las colusiones y a la captura de la política por los grupos económicos. El actual Modelo ha funcionado para unos pocos en desmedro de las mayorías, expresión inequívoca es la distribución de los ingresos, la desmedida desigualdad de los salarios y las paupérrimas jubilaciones.
No se puede señalar que este modelo es exitoso  si las principales carencias, de amplios sectores de la población, son receptores de innumerables subsidios, basta ya de bonos. Estos terminan siendo mecanismos de clientelismo político y no de ejercicios pleno de la ciudadanía.
En Chile, as crisis política han tenido dos formas de solución: la respuesta autoritaria-dictatorial o la respuesta democrática.
La construcción de la  II República, es la respuesta democrática a nuestros actuales avatares.

lunes, 23 de marzo de 2015

Iniciativa Laicista en edición marzo 2015

Está disponible la nueva edición de la revista digital "Iniciativa Laicista" en su sitio iniciativalaicista.cl.

Destacamos en este número un análisis desde la perspectiva laicista del primer año del gobierno de Michelle Bachelet; una opinión de Maritxu Anaya, sobre el rol de la educación ante los escándalos políticos recientes; una interpelación ética a la élite chilena; y un análisis de Claudia Ballesteros sobre Estado, familia y género.

Contiene además cuatro artículos en relación a los hechos luctuosos en la revista francesa Charlie Hebdo. En tanto, editorialmente se aborda la imagen central de portada, relativa a algunas de las víctimas del odio fundado en la religión.

Asociación de Mujeres Laicas de Chile


Gloria Hurtado Cosgrove
Presidenta de la AMLCh

Mensaje de inauguración del año de trabajos 2015 y celebración del Día Internacional de la Mujer

Con el afecto fraterno e inagotable que nos prodigamos en cada encuentro personal y también en las distancias, las saludo brindándoles espléndidos parabienes en sus proyectos personales, y que disfruten en plenitud vuestros logros con sus familias, pues ellas son el corazón de nuestros sentires.
Fuertes emociones nos convocan en este día - 8 de marzo - que marca el inicio del tercer año y último del presente  periodo, año simbólico en nuestro devenir institucional; celebraremos sesenta años de nuestra génesis, cuyos propósitos originales han contribuido al engrandecimiento de la Mujer de todos los tiempos, de todas las esferas, de las más diversas creencias filosóficas y también culturales,  no obstante y al mismo tiempo nos identificamos con un pensamiento común: la Laicidad, como ideología que nutre el intelecto fortaleciendo la comprensión, el estudio, la reflexión y la razón.
Como mujeres conocedoras del mundo que cohabitamos, mayor es nuestra responsabilidad y compromiso en la participación de una sociedad humanista y laica, y lo hacemos desde el centro del corazón de la familia, en el respaldo al quehacer de nuestros vínculos, en la formación sustentada en principios y virtudes que enseñamos y reforzamos en nuestros hijos, porque ellos son la continuidad de la obra original y por la cual deberemos aunar mayores esfuerzos en la aportación al trabajo que diariamente desarrollamos, y que éstos nos sean gratos y placenteros; fructíferos y fecundos, que nos insten a  recordar el pasado, validar el presente y proyectar el futuro de nuestra Asociación de Mujeres Laicas de Chile.
Hoy deseo compartir con ustedes nuestro pensamiento referido a la importancia fundamental que nos cabe a mujeres y hombres como procreadores de un nuevo ser, porque juntos formamos familia.  Lo llevo a acotación, porque fortalecer los lazos de unión de Padre –Madre–Hijo, corresponde al segundo propósito de nuestra creación. 
En lo actual, cambiar un paradigma resulta complicado; sin embargo cuando se escuchan a las bases se obtiene la claridad y motivación para promover estos renuevos. Como institución consolidada en el tiempo, con raíces fuertes y profundas en lo ético y moral, fue necesario replantearse el dónde estamos, qué queremos y hacia donde nos dirigimos. 
Hoy hablamos de un mismo modelo, el cual de ser necesario y con el devenir de nuevos tiempos, será también propicio brindarle los espacios para optimizar lo realizado. 
Será entonces tarea de las nuevas líderes, crear estrategias que nos  acerquen a  la perfectibilidad individual en que cada una de nosotras está empecinada en lograr, siendo también un compromiso de toda dirigente que ninguna socia se sienta marginada en este cometido; nuestra Institución es y debe ser siempre inclusiva, es la forma justa de crecer en la diversidad.
Es en este acápite que, con humildad brindo mi reconocimiento y  agradecimientos sinceros a las Presidentas y Directoras de los Comités Ejecutivos Regionales, por su abnegada labor en pro de los lineamientos que nos propusimos para el presente trienio, los hemos alcanzado con entusiasmo y compromiso; ya es natural y común nuestro actuar con  el  empoderamiento de la Mujer actual. 
En nuestra Institución  validamos la participación y discusión en temas valóricos que nos atañen directamente como género. Defendemos nuestros derechos y reconocemos nuestros deberes para con nosotras, con nuestros hijos, con las familias y las comunidades donde cohabitamos. 
Este propósito fue el origen que le dio vida a la organización, fue la propuesta conscientemente de quienes nos antecedieron  pensando en los tiempos futuros;  por lo cual esta obra tiene una misión mayor en nuestro desarrollo,   debido a ello es que no hemos escatimado esfuerzos en estos sesenta años de vida institucional  en perseverar con las concepciones originales. Hoy estamos más erguidas que en el pasado, esto debido a los resultados que día a día obtenemos de los más diversos estudios, análisis y reflexiones del ser humano y del universo, conocimientos que hemos ido profundizando  en los programas de trabajo de los Departamentos de Acción, en lo Ideológico, Cultural,  emosocial y filantrópico.
Este  año 2015 marcará en las hojas de nuestra historia como el año de concreción de metas; con Estatutos y Reglamentos adecuados al presente; con Manual de Procedimientos que uniforman y unifican acciones en cada Centro Femenino; con un libro donde esté escrita nuestra historia institucional actualizada; con biblioteca virtual donde se concentren temas filosóficos, valóricos, histórico y culturales, creados y redactados por las socias en estos sesenta años de vida y para consultas de las mismas.
Este año 2015 celebraremos  los 60 años institucionales al servicio de la Mujer, de la Familia y de la Sociedad; también será un   año   de cambios en las dirigencias nacionales y regionales en sus tres estamentos. Les ruego procurar ser las mejores maestras y enseñar cada lección aprendida en la ejecución de los  cargos para los cuales fuimos elegidas;  hacerlo con la devoción y fulgor que merecen nuestras socias de los Centros Femeninos del país.  Finalmente es también año de realización de la Asamblea Nacional, convocatoria en la que trabajaremos con  todas las socias asistentes, lo cual  permitirá crear estrategias   para la proyección y beneficio institucional.
Retomo – por última vez - la noble tarea en que estamos todas empeñadas, en la celebración del 60° Aniversario de nuestra Asociación de Mujeres Laicas de Chile,  porque es necesario ratificar nuestro origen, nuestra historia y tradiciones, porque es importante que continuemos consolidando nuestro pensamiento y accionar de Mujer Laicista en nuestra sociedad chilena, porque es importante sumar la labor de  cada socia del país sin distinciones de Centros, ciudades ni regiones en este festejo, porque considero que también es  nuestro deber  entregar el  reconocimiento a las fundadoras  del pasado y de los tiempos actuales,  porque es meritorio destacar esa entrega inagotable de desvelos por el quehacer institucional. 

Muchas de ellas hoy no están presentes, sin embargo no por ello las hemos olvidado. Como también muchas socias del país  - a pesar de no contar con mejor salud - persisten en nuestros objetivos, por ello y para ustedes, mis distinguidas y amadas socias, el reconocimiento de esta Dirección Ejecutiva Nacional, en el inicio de este nuevo año de trabajo institucional, que esperamos sea de pleno éxito en todo lo propuesto. 

Reseñas para mentes escépticas III


Rogelio Rodríguez

DESTEJIENDO EL ARCO IRIS.  CIENCIA, ILUSIÓN Y EL DESEO DE ASOMBRO, de Richard Dawkins. 

Tusquets Editores, Barcelona, 2000, (352 págs.)

Dawkins realiza, en este libro, una apasionada defensa de la ciencia en dos frentes.
Primero, se opone a quienes acusan a la ciencia de robarle a la vida la calidez que la hace digna de vivirse.  El título de su libro  - nos explica -  procede de un poema de John Keats, quien creía que Newton había destruido la poesía del arco iris al reducirlo a los colores prismáticos.  Esto, a juicio de Dawkins, es una equivocación.  La ciencia, lejos de provocar frialdad y desolación, puede proporcionar asombro reverencial mostrando el sentido de lo maravilloso que hay en el mundo. 
Quienes se definen como amantes del arte, muchas veces sienten una injustificada antipatía hacia la ciencia y la razón, pues en ellas no hay nada de amenazador.  Por el contrario, los misterios no pierden su encanto cuando se los resuelve, la solución es muchas veces más bella que el enigma e, incluso, cuando se desentraña un misterio salen a relucir otros, quizás inspiradores de una poesía más elevada.
Con un estilo cautivador, ameno, al alcance de todo lector, Richard Dawkins recopila  - desde la astronomía y la genética hasta el lenguaje y la realidad virtual -  ejemplos variados que muestran que la ciencia también entraña belleza y que el descubrimiento de los mecanismos que rigen los fenómenos naturales, lejos de destruirla, ensalza la poesía revelándonos aspectos sorprendentes que de ninguna otra manera podríamos apreciar o imaginar.
 El otro frente es el de las pseudociencias.  ¡Cuánta superchería y charlatanería tratan actualmente de vestirse con el ropaje de la ciencia para ser, así, admitidas en el escenario de las certidumbres humanas!  Sin embargo, no pasan de ser creencias infundadas, “mala poesía” al decir de Dawkins.
¿Qué impulsa a la gente a creer en cosas para las cuales no existe la menor comprobación?  Nuestro autor, biólogo evolucionista, aventura una teoría: en el caso de la especie humana la selección natural (la supervivencia de los mejor adaptados) favorece la credulidad ingenua de las criaturas infantiles, penalizando una actitud mental experimental y escéptica a esa edad.  Naturalmente el aprendizaje mediante ensayo y error no es algo positivo ni beneficioso en la niñez, pues los errores son a veces demasiado costosos, pudiendo incluso llegar a acabar con la vida de quien ensaya.  De modo que la credulidad en los niños  - ante lo que dicen sus padres, sus profesores, las personas mayores -  es, en general, algo normal y saludable. 
Pero esta candidez confiada puede tornarse en credulidad enfermiza y censurable si persiste en la edad adulta.  Crecer debe incluir el cultivo de un saludable escepticismo.  Sin embargo, la extendida disposición mental hacia la credulidad en la adultez surge del anhelo de las comodidades y seguridades perdidas de la niñez. Y de esta disposición se aprovechan los propagadores de pseudociencias.
Dawkins pasa revista a varios ejemplos de “poesía científica mala”:  la astrología, las “ciencias de lo paranormal” (precognición, telepatía, espiritismo), las teorías sobre visitas extraterrestres, la especulación sobre milagros y coincidencias sobrenaturales.  Con ironía, pero también con rigor científico, nuestro autor enfrenta a estas pseudociencias mostrando lo que más probablemente son:  fraude, ilusión, alucinación, error o embuste.  

Reseñas para mentes escépticas II

Rogelio Rodríguez

DIOS CONTRA LOS DIOSES, de Jonathan Kirsch
Ediciones B, Barcelona, 2006  (333 págs)

En esta obra el autor plantea que el mundo pagano, aunque distaba de ser un remanso de benevolencia, era más tolerante de lo que la propaganda monoteísta nos ha hecho creer.  Cualquier hombre o mujer de la antigua Roma, por ejemplo, era libre de rendir culto al dios o a la diosa que le pareciera más proclive a concederle lo que le pedía en sus oraciones, con o sin la asistencia de sacerdotes o sacerdotisas.  
Hacia el primer siglo de nuestra era cristiana, el paganismo ofrecía una fabulosa gama de creencias y prácticas entre las que elegir, desde los sosegados y majestuosos rituales de veneración ofrecidos a los dioses y diosas del panteón grecorromano hasta los inquietantes y exóticos ritos que enfervorizaban a los devotos de deidades como Isis, Mitra y la Gran Diosa.  Los politeístas, además, no sentían inclinación de dictar a los demás cómo y a quién ofrecer plegarias y sacrificios; mezclaban dioses, rituales y creencias, buscando el favor divino de muchas deidades distintas a la vez. 
Sin embargo, el monoteísmo insiste en que sólo una deidad es merecedora de adoración, por el simple motivo de que solamente tal deidad existe.  En eso coinciden el judaísmo, el cristianismo y el Islam: hay sólo un único Dios verdadero y los demás dioses no existen.  Para el politeísmo no hay herejía; para el monoteísmo ésta es un pecado, incluso un delito. El dios del cristianismo, del judaísmo y del Islam, surge como un dios celoso e iracundo que contempla el culto a otros dioses como una “abominación” y lo castiga con la muerte. 
Desde sus inicios hasta el día de hoy, la actitud estricta e inflexible del monoteísmo condena la creencia en otros dioses y también el no creer en ninguno.  Kirsch no vacila en argumentar que lo que llamamos fundamentalismo, integrismo y terrorismo religioso proviene de la creencia en un solo Dios considerado único y verdadero.  Los creyentes en una u otra variedad del monoteísmo han ejercido, desde hace largos siglos, su terrorismo religioso contra los ateos, los politeístas y los otros monoteístas.  
En las últimas páginas del libro  - después de pasar revista a la historia de la guerra de Dios contra los dioses, desde el remoto Egipto de los faraones hasta el reinado de Teodosio I, primer emperador en elevar el cristianismo a la condición legal de religión de Estado en Roma en el siglo IV de nuestra era (guerra, pues, en la que Dios resulta totalmente vencedor) -  señala Kirsch:  “De todas las ironías que nos hemos encontrado hasta el momento, ésta es la más enjundiosa y cruel.  Aquellos de nosotros que vivimos en el mundo occidental ya no nos exponemos a la tortura y la muerte de manos de los agentes de la Iglesia o el estado por creer en más de un dios o en ninguno, y aún así nos encontramos muy expuestos a un peligro procedente de la última hornada de zelotes religiosos que han conservado las tradiciones más antiguas del monoteísmo, entre ellas la guerra santa y el martirio.  
Entre los nuevos rigoristas hay judíos, cristianos y musulmanes, y las atrocidades del 11 de septiembre son tan sólo el ejemplo más reciente de la violencia que los hombres y mujeres se sienten inspirados a cometer contra sus congéneres por su fe verdadera en el único Dios verdadero.  En verdad, todos los excesos del extremismo religioso del mundo moderno pueden verse sin excepción como la última manifestación de una tradición peligrosa que empezó en la remota antigüedad.  
Cuando los talibanes dinamitaron las estatuas budistas de Afganistán, respondían a la llamada de la Biblia hebrea y seguían el ejemplo de los monjes cristianos de la antigüedad tardía.  Cuando una joven árabe se enganchó una bomba al cuerpo y entró en una pizzería de Tel-Aviv, estaba siguiendo los pasos de los zelotes en Masada y los circuncelianos del Norte de África.  Y cuando un médico judío abrió fuego sobre los musulmanes que rezaban en la Tumba de los Patriarcas, honraba la tradición de los terroristas de la era bíblica llamados sicarios”.
El fanatismo religioso nos ha llegado con el monoteísmo, con el celo de imponer a un único Dios absoluto y verdadero (y las raíces de este fanatismo no se encuentran exclusivamente en la tradición islámica, sino que también arrancan de las páginas de la Biblia).  La tradición pagana  -aunque así pintada por los guardianes del monoteísmo que se han dedicado a contarnos la historia desde su punto de vista en las iglesias, las sinagogas y las mezquitas -  no posee una naturaleza tosca y demoníaca.  Al contrario, los valores que celebramos en el mundo occidental  - la tolerancia, la diversidad cultural y la libertad religiosa -  provienen, más bien, de los principios que inspiraban al paganismo. 
Hay que reconocer, entonces, lo cierto de la frase de Freud que el mismo Kirsch coloca al comienzo del prólogo de su obra:  “La intolerancia religiosa nació inevitablemente con la fe en un único Dios”.

Reseñas para mentes escépticas I


Rogelio Rodríguez

El instinto de creer
de Jesse Bering.  Paidós, Barcelona, 2012,  [287 págs.]

Ya en páginas de la Introducción, el autor nos dispara una idea provocadora: es posible que se haya estado estudiando la cuestión de Dios de manera equivocada. En efecto, a su juicio el problema de la existencia de Dios pertenece más bien al ámbito de la psicología que al de los filósofos, físicos o teólogos.
¿Cuál es la tesis de Bering?  Comienza indicando que, a estas alturas del progreso del saber, ya no podemos creer que la especie humana es muy superior a las restantes especies animales. La teoría darwiniana de la evolución ha desalojado ese mito.  Sin embargo, esto no quiere decir que no hay diferencias biológicas entre nuestra especie y las demás.
Se ha pensado, en tiempos pasados, que el uso de herramientas, la monogamia, el amor, el juego, la guerra, el lenguaje, constituían categorías conductuales exclusivamente humanas. Antropólogos, etólogos y primatólogos han eliminado  --después de estudios y experimentos con animales--  uno a uno estos indicadores de la lista de rasgos humanos posiblemente únicos.
¿En qué somos únicos, pues?  Bering nos responde: en que poseemos, de forma exclusiva, una teoría de la mente. 
Concebimos en nosotros una mente  --pensamientos, recuerdos, intenciones--  y, aunque no las vemos en los demás, inferimos mentes en los otros y, a partir de esto, hacemos predicciones sobre su conducta.
Esto, a juicio de nuestro autor, fue una gran ventaja evolutiva para nuestros antepasados. Escribe: “El cerebro triplicó su tamaño, nos volvimos bípedos (de andar fluido sobre dos piernas), y el cráneo, el cinturón pélvico, las manos y los pies se reequiparon de manera espectacular.  Sin duda, fue tiempo suficiente para que la selección natural fabricase unas propiedades cognitivas más o menos únicas con sede en el cerebro, propiedades que podrían explicar precisamente por qué, en la actualidad, nuestra especie se distingue de forma tan radical de las demás. Quizás la teoría de la mente se entiende mejor como una adaptación psicológica humana semejante a otros rasgos físicos de evolución reciente, como la pelvis, las manos y el cráneo especializados” (p. 44).
Conceptualizamos estados mentales inobservables no solamente en las demás personas que nos rodean, sino muchas veces en objetos no humanos. Es decir, esta función cerebral que la selección natural brindó a nuestros antepasados y que hemos heredado hasta hoy es tan poderosa que, incluso, llegamos a aplicarla a categorías no apropiadas. ¿Quién no ha cubierto de improperios a su automóvil cuando no quiere partir? ¿O no ha dado un coscacho a su computador cuando se pone lentísimo o se queda pegado? El hecho de personalizar las cosas es una implicación de este rasgo evolutivo denominado teoría de la mente.
Y si exageramos al atribuir estados mentales a cosas que no tienen mente (empujados por esta función cognitiva de nuestro cerebro que nos permite explicar y predecir las conductas de los demás, condición que fue tan útil para la sobrevivencia de nuestros antepasados), no tenemos más que dar un pequeño paso para comprender que, movidos por nuestra teoría de la mente, también tendemos a suponer que, fuera de nosotros, hay un agente sobrenatural que vigila, sabe y se preocupa por los fenómenos del mundo.
“En cuanto frotamos y quitamos todas las baratijas teológicas y arrancamos el exótico plumaje intercultural de extrañas creencias religiosas de cualquier parte del mundo, tan pronto nos metemos en la piel de Dios, ¿no es, en realidad, solo una mente más, con emociones, creencias, conocimiento, entendimiento y, quizá por encima de todo, intenciones? ¿No están los teólogos desempeñando realmente el papel de traductores de Dios? Los libros sagrados, ¿no son simplemente un psicoanálisis detallado de Dios? Esta sensación extrañamente resbaladiza de que Dios nos creó ‘deliberadamente’ como individuos, ‘quiere’ que nos comportemos de determinada manera, ‘observa’ y ‘sabe’ acerca de nuestras acciones, por lo demás privadas, nos ‘transmite’ mensajes codificados mediante acontecimientos naturales y ‘pretende’ reunirse con nosotros tras nuestra muerte, también la experimentaron, de una u otra forma, nuestros antepasados del Pleistoceno”  (pp. 54 – 55).
Porque contamos, en nuestro bioprograma evolutivo, con una teoría de la mente, podemos comprender a los demás, discurrir sobre sus estados mentales y conocer que ellos nos observan, nos quieren, nos evalúan y nos critican.  La teoría de la mente es, así, muy importante para la dinámica adecuada de las relaciones sociales. Pero nos impulsa también hacia ilusiones y creencias irracionales.
Las creencias religiosas no vienen, entonces, implantadas externamente a los seres humanos por tradición, historia, cultura o enseñanza familiar, sino que conforman un rasgo intrínseco de nuestra naturaleza.  Hasta los más escépticos y descreídos caen, a ratos, en preguntarse por las grandes y misteriosas cuestiones de la vida.
Así, se puede no creer en Dios, pero suponer que la vida tiene una finalidad y un sentido, que existe el destino, que el universo está ordenado, que los sucesos naturales son una especie de mensaje, que hay algo más allá después de la muerte.  Todas estas suposiciones   --nos dice Bering--  son producto de lo mismo: la evolución de nuestro sistema cognitivo (teoría de la mente) que nos permite desarrollar concepciones sobre estados mentales inobservables.
Tal vez la ilusión cognitiva de un Dios omnipresente y vigilante, que castigaba y premiaba conductas e intenciones, favoreció a nuestros antepasados, que dejaron de agredirse y se volvieron sociables, empáticos y colaborativos, desarrollaron una conducta moral y así sobrevivieron, por lo que sus genes se multiplicaron y tuvieron una larga descendencia que llega hasta nosotros.  
Para ellos fue útil el instinto de creer.  Pero hoy, nos indica Bering, ya sabemos que nuestro sistema cognitivo natural nos provoca esta ilusión y que esta puede ser tan convincente que todavía hay algunos (muchos, en verdad) que se niegan a admitir que es una ilusión.  Esto último, agrega, significa solamente que la adaptación funciona especialmente bien en nuestro caso.

domingo, 22 de marzo de 2015

Desafíos de los Derechos Humanos en el Siglo XXI


Sebastián Jans


Para los organismos competentes de las Naciones Unidas, encargados de proteger los Derechos Humanos, y para las organizaciones de la sociedad civil que existen en el mundo que actúan por la prevalencia de tales derechos, y, en general, para todos aquellos que los han invocado en alguna parte del mundo desde la conciencia del valor de la persona humana, más allá de sus convicciones políticas, filosóficas o religiosas particulares e individuales, los Derechos Humanos son inherentes a la condición humana.
Ello significa que ellos son inseparables de la naturaleza de lo humano, y sin esos derechos no se puede comprender el carácter y la cualidad de lo humano. En virtud de ello, todos y cada uno de los seres humanos posee esos derechos, los cuales deben respetarse sin discriminación alguna. Se trata de derechos que los organismos señalados califican de universales, igualitarios, inalienables, interdependientes e indivisibles.
Desde mucho antes de 1948, tales derechos habían ido construyéndose de manera creciente, y en las décadas recientes, se han producido importantes avances en la profundización de la trama conceptual que sostiene tales derechos, que no solo tienen un contenido ético, sino que contienen ineludibles comprensiones políticas y jurídicas, que la comunidad internacional ha ido construyendo con grandes avances y dramáticos retrocesos.
De este modo, si analizamos los crecientes avances que los organismos multilaterales de la ONU, que han venido incrementando la visión política y jurídica de los derechos del ser humano, podemos tener una fundada convicción de que el siglo XXI podrá ser, en la historia humana, el siglo de los Derechos Humanos.
Aún con los graves retrocesos que se advierten en muchas partes del mundo, que no dejan de golpearnos con la expresión brutal de la violencia, que nos impacta en el día a día, y que nos acongoja con los resultados tan equidistantes de una comprensión efectiva del valor de la vida humana.
En esto último, señalo como ejemplo, la desaparición de los estudiantes normalistas de Iguala, en México; los degollamientos mediáticos de los rehenes, por parte del llamado Estado Islámico; las ablaciones de mujeres y niñas, para el sostenimiento de arcaicas comprensiones religiosas; los abusos sexuales contra niños, por parte de religiosos que han sido protegidos por un Estado de la comunidad internacional; la masacre de niños, en virtud de razones de guerra, por ejemplo en Palestina; la existencia del trabajo esclavo o del trabajo semi-esclavo que permite la producción de productos sangrientos de bajo costo; las consecuencias de la criminalidad y la corrupción; la brutal imposición de embarazos, para mujeres violadas, con fetos inviables o con peligro de muerte, a propósito de comprensiones supuestamente éticas sobre la vida. En fin, la lista sería interminable.
En ese contexto, debemos tener presente, necesariamente, que aquella Declaración de 1948, hace 66 años, felizmente ha ido siendo profundamente incrementada con el desarrollo de las convenciones que ha ido vigorizando, profundizando y dando nitidez a una idea concreta sobre lo que una mujer u hombre son, en virtud de tales, en cualquier sociedad, en cualquier comunidad humana, pero por sobre todo, en toda sociedad, en toda comunidad humana.

La responsabilidad de los Estados

La comunidad internacional expresada en la ONU, ha establecido que la promoción, instauración, defensa y garantización de los Derechos Humanos, es responsabilidad prioritaria de los estados. Sin embargo, corresponde también a las sociedades civiles asumir un rol sustancial frente al estado, tanto para exigir como para fiscalizar las acciones de aquel, cuando los derechos sean soslayados por razones superiores de algún tipo. Sin la vitalidad y perseverancia de múltiples organizaciones no gubernamentales, así como entidades específicas en la promoción de determinados derechos. 
La experiencia indica que son los Estados, precisamente, los que más actúan contra los derechos humanos. En primer lugar, actuando contra los derechos humanos, en virtud de “razones de Estado”. En ello hay una enorme lista de ejemplos, que se constata en muchas partes del mundo, donde estructuras del estado, gobiernos, sistemas judiciales, agentes o representantes oficiales y oficiosos, actúan directamente contra los derechos humanos.
Hay una época reciente de América Latina, que creo que aún está demasiado fresca, y donde hay aún efectos dramáticamente dolorosos, sobre los resultados que la violación sistemática de los derechos humanos provocó (Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, El Salvador, Guatemala,  etc.).
En segundo lugar, cuando los Estados no obran de acuerdo a sus responsabilidades para promover y proteger los derechos humanos, actuando con lenidad frente a aquellos que los están conculcando. Es gravísimo cuando los Estados se vuelven indiferentes frente a las violaciones a los DD.HH.
Lo estamos observando de manera dramática en México en los años recientes, como resultado de la criminalidad y la corrupción. La desaparición forzada de personas y el exterminio de personas o grupo de personas se ha hecho una rutina, producto de la acción de los narcos y los políticos corruptos, los cuales han permeado y subordinado a órganos del Estado, en función de los intereses de la criminalidad. 
Lo propio ha estado ocurriendo en otros países de América Latina, donde el delito ha tenido un alcance tan amplio, que los órganos del Estado son penetrados por los intereses criminales, neutralizando la prevención, la investigación y la sanción de los grupos que lucran con la criminalidad y que afectan los derechos humanos de las personas y las comunidades.
Este parece ser un punto que der ser de máxima preocupación para los organismos internacionales vinculados a la protección de los derechos humanos, desde hoy en la realidad de América Latina. Cuando se ve lejano o distante la existencia de regímenes militares, como hace 40 años, que se fundaban en la represión violenta y deshumanizada de sus “enemigos internos”; lo que viene hoy a estar en la agenda cotidiana de los DDHH son los excesos de los órganos del Estado, como consecuencia de la corrupción, o cuando esos órganos del Estado amparan o son indiferentes frente a la mafias o los cárteles de narcos, o a las prácticas criminales de aquellos que buscan asegurar cuotas de poder político dentro de los sistemas democráticos.

La agenda chilena

Los grandes desafíos de la agenda chilena de los DDHH, creo que pasan precisamente por completar los importantes avances en la protección y garantización de los DDHH, que nuestra aún imperfecta democracia ha ido consolidando.
Chile tiene muchos debes en la diferentes temas, aún que tienen que ver con el mejoramiento institucional de la democracia, pero tenemos un Estado que ha logrado expresar procesos democráticos estables, de reducida corrupción y con capacidades efectivas de corregir los riesgos de penetración de grupos que perviertan el rol de las instituciones que deben regir la sociedad y satisfacer sus necesidades, proveerle legalidad y administrar justicia. Sin embargo, hay cuestiones que afectan seriamente los DDHH.
El primero de ello, tiene que ver con la desigualdad. En ese contexto, tenemos una sociedad que tiene enormes evidencias de segregación, que condenan a muchos a vivir en una parte de la sociedad y garantiza que otros vivan en la otra parte. Estas desigualdades son un caldo de cultivo para la existencia de diferencias en los derechos y que generan discriminación y represión excesiva cuando los grupos afectados se expresan dentro del sistema democrático.
De manera especial, cabe mencionar a los indígenas, los pobres y a gran parte de las mujeres. Hay millones de personas que no tienen los accesos y las oportunidades que tienen los sectores pudientes de la sociedad.
Existe un sistema de educación, consagrado en el Constitución, que sin embargo no cumple con el precepto allí establecido, al generar una educación brutalmente segregadora, discriminadora y que viola los derechos de los niños, que nacen en hogares más carenciados. La educación chilena efectivamente determina el destino social de los niños, a través de la formación que entrega, impidiendo las seguridades humanas a un espacio de oportunidades y derechos a partir de la entrega del conocimiento y la formación.
Otro de los aspectos que afectan sensiblemente los DDHH en Chile, tiene que ver con la mujer. En ese contexto, debemos reconocer   que  en  nuestro  país   existe  una diferencia de trato gravemente violatoria de los DDHH de las mujeres.
De esta forma, es imposible hablar de una agenda de los DDHH en Chile, sin considerar la tarea que debe abordarse en cuanto a los derechos de la mujer.
No solo tiene que ver con el derecho a los accesos y al trato igualitario, sino también como una visión profundamente machista y fundada en un tradicionalismo religioso que conculca gravemente los derechos a la salud de mujeres con embarazos traumáticos y patológicos, y donde se impone una visión unilateral para entender la reproducción humana sin considerar la voluntad de la mujer, en el ejercicio de su libertad de conciencia.
Y está también presente en nuestra agenda chilena la eliminación de la tortura como práctica de organismos del Estado, cada vez menos frecuente, pero no extinguida. Hoy día en la mañana, Lorena Fries, en nombre del Instituto Nacional de Derechos Humanos, ha denunciado que aún en Chile se tortura.
Pero de modo especial, hay un punto de nuestra agenda que nos parece muy importante, y que lo planteamos constantemente en nuestra revista, y es la falta de profundización de los contenidos y alcances de la libertad de conciencia, carencia que se plantea en el día a día en Chile, a través de conductas profundamente hegemónicas y en paternalismos deterministas que impiden el progreso legal del país, hacia la garantización de la igualdad de trato.
No debemos olvidar que uno de los fundamentos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos  tiene que ver con la igualdad, donde los derechos del hombre son para todos, lo cual está expresado con claridad en su artículo primero: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. 

Reacción conservadora


Carlos Leiva

La tercera ley de Newton enseña el principio de acción y reacción, tal que toda acción de una fuerza sobre un cuerpo genera  una reacción de igual magnitud, pero en sentido contrario, sobre el cuerpo que produjo la fuerza. Sin embargo, en la práctica, el hombre logra que  los cuerpos se muevan conforme a la fuerza original, aprovechando la multitud de fuerzas que operan de hecho sobre los cuerpos.  La imagen de este principio es sugerente al revisar la forma en que a las múltiples oportunidades de avance y progreso para la libertad y la igualdad, se le oponen fuerzas que surgen, a veces inesperadamente, desde las pulsiones más primitivas de la humanidad, y tienden a anular las fuerzas  del cambio.
 Hace 25 años, la superación del  modelo soviético en Europa hacía presumir  que para  los pueblos que salían del yugo totalitario sería posible una liberación con notables pasos adelante en autonomía y modernidad. 
La realidad, sin embargo, al cabo de un cuarto de siglo,  fue que en la mayor parte de dichos pueblos  renacerían añejas fuerzas nacionalistas y religiosas, que sólo estaban transitoriamente doblegadas por el aplastamiento totalitario, pero prestas a recuperar su vitalidad apenas dispusieran de un mínimo de oxígeno. 
Sorpresivamente además, esas atávicas fuerzas renacientes encontraron eco en los pueblos  tal que, en lugar de evolucionar como preveía en general el mundo occidental, pasaron  del sometimiento totalitario al dominio de movimientos sostenidos en fundamentalismos diversos.
La antigua Yugoslavia primero, la evolución de Rusia después, el  despiste de la  primavera árabe y más recientemente los fenómenos de Al Qaeda, ISIS y Boko Haram, entre otros, son manifestaciones de esta reacción conservadora mundial.
En Chile, el  fenómeno de la reacción conservadora es de plena actualidad. La asunción de Michelle Bachelet en su segundo período significó el despliegue de una voluntad política decidida a atacar desde sus raíces el mal de la educación chilena, que descarrila desde hace 50 años. Este hito lo marca el gobierno de Frei Montalva (1964-70) cuando abordó el problema del elitismo en la educación chilena y abrió las posibilidades de acceso a  la enseñanza a miles de jóvenes, pero no implementó adecuadamente la preservación de la calidad que había caracterizado a la educación pública.
La evolución educacional desde entonces  perseveró en resultados de mala calidad y acceso desigual, que se complementó y agravó con el escandaloso lucro a que condujeron sucesivos intentos de mejora  a través de un modelo privatizador y castigador de la enseñanza pública.
El serio intento del gobierno de Bachelet, que ha comenzado por generar los recursos necesarios a través de una reforma tributaria y que tiene entre sus objetivos proveer una educación universal, gratuita y de calidad, con una educación pública laica y no discriminatoria, está, sin embargo,  pasando por duros momentos en su tramitación parlamentaria con grave riesgo de naufragar y disolverse en formalidades lejanas a su intención original. 
Las fuerzas conservadoras, cuyos intereses por la educación se originaron en algunos casos  de manera muy reciente, asociados a las situaciones creadas por  la privatización de la educación que prácticamente ha terminado con la enseñanza pública, más otros de antigua data como la Iglesia Católica con un interés sempiterno por el adoctrinamiento de los jóvenes desde su primera infancia, se han unido para intentar vaciar de contenido  la propuesta gubernamental de reforma educacional.
Por cierto que a ello han contribuido también los errores y contradicciones de manejo político de los impulsores del Gobierno, lo que en parte revela que también al interior de la coalición gobernante están presentes las fuerzas  del conservadurismo.
Ciertamente, y es necesario tenerlo en cuenta cuando se procura  implementar propuestas como las de reforma educacional, los ideales de libertad e igualdad enarbolados para diversos planos en el mundo político se enfrentan de modo generalizado con reacciones que nacen de la visceralidad y el atavismo presentes en  las sociedades, los  que son explotados por movimientos e  instituciones que profitan y medran de ello. 
De modo similar a la tercera ley de Newton en la mecánica,  parece cierto que a nivel social y político también tiene vigencia  el  principio de acción y reacción, aunque con una diferencia inquietante: en muchos casos la fuerza de reacción es capaz, en la práctica, de anular la fuerza inicial, y no aparecen las fuerzas concomitantes que permiten que se haga efectivo el movimiento pretendido por la fuerza original.



De Malala a Reyhaned


Katia Villalobos


El Premio Nobel de la Paz 2014, ha sido conferido de manera compartida a Malala Yuosafzai, y al hindú Kailash Satyarthi, como un reconocimiento significativo al derecho a la educación de los niños. Para el comité encargado de definir el galardón de este año, a aquellos que han hecho un significativo aporte a la paz, “es importante mencionar el punto de que un hindú y una musulmana, un indio y una pakistaní, se unan en un esfuerzo común por la educación y en contra del extremismo”.
Sin duda, el premio a Malala, está lleno de simbolismos. El más importante, ella representa el ímpetu de las muchachas que aspiran a jugar un rol en su sociedad, a través de la educación, rompiendo las trabas que antiguas y anacrónicas concepciones religiosas buscan mantenerse a través de la violencia, el extremismo y reclamaciones integristas y fundamentalistas.
A sus 17 años, es la celebridad más joven en haber recibido el Premio Nobel, desde que se estableciera este galardón, en sus distintas categorías. El comité reconoció, pese a ello, la trayectoria en años que Malala lleva defendiendo el derecho de las niñas a la educación, “mostrado con su ejemplo que los niños y los jóvenes también pueden contribuir a mejorar sus propias situaciones". "Lo ha hecho bajo las más peligrosas circunstancias" y "mediante su lucha heroica se ha convertido en una destacada portavoz de los derechos de las niñas a la educación".
Su lucha por la educación parte de un dato doloroso: el intento de un grupo de talibanes en su país natal, Pakistán, de asesinarla. Teniendo solo 11 años, comenzó a escribir contra la fatua de los talibanes, en el valle del Swat, que prohibía a las niñas ir a la escuela. Informes hablan de que casi dos centenares de escuelas debieron cerrarse y que más de una decena de niñas que no obedecieron la norma fueron asesinadas.
Malala comenzó a escribir en el blog de la página web de la BBC, denunciando las prohibiciones. Escribía con un pseudónimo: Gul Makai, y allí relataba los temores que afectaban a las niñas, que no podían usar ropas con colores intensos, para no ofender a los integristas, el tener que esconder los libros bajo sus ropas, o como sus amigas ya no podrían seguir educándose.
Ello que provocó que, en 2012, un seguidor de los talibanes la atacara cuando regresaba en bus, de su escuela en la ciudad de Mingora a su casa, disparándole en la cabeza.
A partir de ese brutal hecho, de la cual salvó gracias a la oportuna acción del gobierno, su lucha adquirió mayor trascendencia. La joven, que soñó ser médico, hoy es una activista por el derecho a la educación en el mundo, habiendo hablado en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, que declaró el 12 de junio, como el Día Internacional de Malala.
El año pasado publicó un libro donde cuenta su historia, el cual fue prohibido en las escuelas de niñas en su país, por no ser respetuosa con el Islam, al no hacer la exigida mención “que la paz sea con él”, cuando se refiere al profeta Mahoma.
El Premio Nobel de la Paz a Malala, es un reconocimiento implícito también a los derechos de la mujer, frente a la agresiva pretensión de mantenerlas sometidas a la lacra del fanatismo y a los dictados regresivos y opresivos, fundados en visiones religiosas arcaicas y brutalmente impuestas. El derecho a realizar los sueños de Malala de tener un futuro profesional, rompiendo con la historia de millones de niñas y mujeres, condenadas a la ignorancia y al sometimiento a regresivas normas masculinas opresivas, es una lucha que no puede pasar por alto para nadie que observe y promueva la decencia del avance de los derechos femeninos: “Dentro de cada mujer, incluso en la más reprimida, alienta una vida secreta, una fuerza poderosa, llena de buenos instintos, creatividad apasionada y sabiduría eterna”
Esta joven mujer, pagando un precio muy caro, entendió que la llave maestra para obtener la libertad y al libre acceso a las oportunidades, es la educación, como concepto central que permite un crecimiento simétrico y justo para toda la sociedad, un punto de partida personal  para entender los principios de identidad y aprender a ser autogestora de su propia felicidad.
La realidad de millones de mujeres, sometidas a las fatuas de exaltados o conservadores líderes religiosos, que no dudan acudir al asesinato de mujeres, para imponer la brutalidad de sus dictámenes, es una motivación permanente para la promoción de los derechos femeninos para todas las mujeres y hombres en cualquier parte del mundo.
La privación del derecho a la educación de las niñas y el asesinato de mujeres por haber llegado a ejercer una profesión, son  realidades que deben ser denunciadas y condenadas. De la misma forma, que cualquier acción que señale un trato discriminatorio fundado en la condición de género.
Malala ha sido exitosa hasta ahora en su lucha. Pero no debemos olvidar que, si bien ella sobrevivió a la violencia religiosa, muchas otras no lo han logrado, y son también un símbolo contra el oscurantismo y la barbarie.
Es el caso de Salwa Bughaigis, activista de los derechos humanos y abogada libia, que destacó en la lucha contra Muhammar Kadhafi, y en el intento posterior de establecer una democracia en su país. En junio pasado, luego de haber llamado a participar en las elecciones para un nuevo parlamento, un grupo de cinco hombres  llegó hasta su casa en la noche y le disparó. Claramente sus enemigos eran los grupos extremistas islámicos, a los que se enfrentó con decisión.
Salwa trabajó con una organización colaboradora del Fondo de ONU Mujeres para la Igualdad de Género, capacitando activistas y líderes y promoviendo la participación política de las mujeres en Libia. En esa perspectiva colaboró para tener una nueva Constitución y una democracia estable en Libia. Su último mensaje da cuenta de su coraje: "Demuestren a todos que Libia no se arrodilla ni se inclina, que Libia continuará luchando. Nosotros estamos decididos a construir la Libia en la que soñamos", escribió en su cuenta de Facebook minutos antes de morir.
Tres meses después, Irak ha sido testigo del asesinato de otra activista por los derechos humanos y los derechos de la mujer, Sameera Salih Ali Al-Nuaimy, ocurrido en Mosul, Irak, en manos de militantes del llamado Estado Islámico. Detenida y torturada, fue luego ejecutada públicamente, sin derecho a ser sepultada. El odio asesino se fundó en el desprecio a su condición profesional y a su lucha por promover los derechos de la mujer en su país.
Su ejecución es parte de los graves ataques que han ocurrido y siguen ocurriendo en zonas sometidas al Estado Islámico, contra ex candidatas a puestos políticos o mujeres líderes de opinión en las distintas elecciones ocurridas en ese país después de la caída de Saddam Hussein.
En un sentido diverso, las semanas recientes ha conmovido al mundo la muerte en Irán de la joven Reyhaned Jabbari, de 26 años, condenada a la horca por un tribunal, acusada de asesinato. La joven mujer reconoció haber acuchillado a un agente del gobierno, luego de que este intentara violarla. Después de defenderse, llamó a una ambulancia para que auxiliara a su agresor. Tenía entonces 19 años. Sin embargo, el procedimiento judicial que enfrentó la mujer, siempre estuvo sometido a un escrutinio internacional que lo consideró poco confiable y carente de garantías esenciales.
De hecho el relator especial de la ONU para Irán, sobre el estado de los derechos humanos en ese país, Ahmed Shaheed, había pedido suspender la ejecución ya que la confesión se habría logrado mediante tortura y sin considerar las pruebas a su favor, durante el juicio, según lo denunció Amnistía Internacional.
En no contar con el perdón de la familia del hombre que resultó muerto en el incidente por el cual fue condenada – exigencia de la ley islámica del país -, dejó a Reyhaned en la imposibilidad de evitar la horca, sentencia que se cumplió en la abominación contra un procedimiento judicial viciado.
Todos estos ejemplos nos llevan a la reflexión   de la enorme desigualdad que ha soportado la mujer en una visión histórica y actual mirando estas realidades. Esta visión nos insta y estimula a trabajar con mayor ahínco en un gran cambio cultural y arribar a un nuevo paradigma que acabe la discriminación y se llegue a una igualdad absoluta de los géneros. El nuevo paradigma del papel de la mujer debe continuar mejorando con más educación, sobre todo con los más oprimidos y económicamente más débiles.
Hoy en día, aunque tal vez teóricamente, la mujer occidental tiene a su disposición todos los espacios y circunstancias para buscar vías de auto realización. Ningún cambio es superior a otro, sólo se trata de que toda mujer haga su Obra donde se sienta mejor, donde tenga posibilidades, donde sea reconocida por sus iguales.


De la sociedad y el cambio



Andrés Cruz C.

Opinión publicada en Revista Iniciativa Laicista de noviembre de 2014

Para Hobbes, vivir en sociedad constituye una necesidad que permite impedir que nos enfrentemos todos contra todos. Así, forjar un espacio de defensa común y de aprovechamiento de todas nuestras capacidades se torna nuestro objetivo. Crear un espacio de convivencia que sustituya el “todos contra todos” por uno de interacción gestado a partir del diálogo para ir forjando un “todos en todo”. 
De este modo, nuestras conductas y acciones se conciben y deben interpretarse conforme a este entorno que hemos creado. “Cualquier operar o cambio del operar de un organismo con respecto a un entorno, en cualquier dominio en que el observador distinga ese operar o cambio de operar, es una conducta o acción en ese dominio”, nos dice Humberto Maturana.
Naturalmente nos desenvolvemos en un contexto unitario que se reproduce y desde donde se pueden dirigir los cambios que sean necesarios para su perfeccionamiento. Es por ello, que todo re-direccionamiento se hace desde esta identidad, ya que de sustentarse otro sentido de cambio estaríamos amparando la desintegración del medio social, lo que implica su destrucción que necesariamente ha de ser violenta, por cuanto toda unidad tiende a autoconservarse y reproducirse.
No es extraño que tendamos a referirnos hoy al violentista como el anarquista que embozado coloca bombas en espacios públicos asimilándolo al arquetipo de lo siniestro. Un espectro anónimo y terrorífico a partir del que pueden construirse las más variadas, precipitadas e inverosímiles reacciones. Es el delincuente más peligroso ya que su sigilo al actuar lo hace imposible de identificar, más aun cuando lo hace de forma inesperada e impactante, generando en quienes no son víctimas directas una sensación de ser sobrevivientes (suelen decir: “momentos antes yo pasaba por el lugar” o “un familiar frecuenta dicho lugar”).
En este contexto, cuando la acción se ejecuta en el centro o periferia inmediata donde se desenvuelven quienes toman decisiones o tienen el monopolio del discurso y del poder, y sus familiares y amigos, se tiende a profundizar estas reacciones, contra otros contextos análogos o incluso más brutales que puedan darse en otros lugares. Así, si el mismo suceso hubiese acaecido en una zona rural o bien en una ciudad lejana al espacio señalado, por motivos ideológicos se hace fácil disimularlos bajo el paraguas de la dudosa legitimidad de un “conflicto social”, “deuda histórica”, “reivindicación territorial” o simple “delincuencia común aislada”, que no amerita un tratamiento ni preocupación diferente de la atención que ya se le ha destinado.
El terrorista cuenta con esta ira que se traduce en medidas políticas que usan herramientas legislativas que dividen y permiten soslayar, relativizar o distraer de la violencia realizada en otros lugares, pero que son irrelevantes para la elite por su lejanía y las implicaciones que podría tener el abordarlas directamente.
En su espléndida obra “Eichmann en Jerusalem”, Hannah Arendt nos desmitifica la figura del espectro terrorista. Se trata de un ser humano bastante semejante a nosotros. Un individuo entregado por entero a una causa, sujeto incluso a alguna esperanza mesiánica de transformar el mundo por medio de sus actos violentos. En general, no son sujetos mentalmente desequilibrados como se pretende mostrarlos públicamente, sino todo lo contrario, por cuanto entienden perfectamente el alcance de su conducta y su formación, que suele ser universitaria o profesional, les permite tener de más medios o manejar más insumos para la planificación del hecho, así como asegurar su impunidad.
Aquí no quiero que se diga que uno justifica una acción terrorista, pero no debemos dejar de soslayar que quienes un día ejecutaron tales actos, en otras jornadas son llamados “soldados”, “valientes revolucionarios”, “activistas”, “mártires” o incluso pueden mutar en “estadistas” o “políticos realistas o visionarios”, cuando logran ampararse en algún movimiento que pueda llegar a alcanzar el apoyo de parte de las masas, lo que implica que no resultan ser seres siniestros o especiales, sino que individuos como usted o yo. Mientras no aceptemos esto, nos será muy difícil llegar a pesquisar, prevenir y reprimir sus acciones. 
Mientras los comités o comisiones de “teóricos” y “expertos” pretendan imponer soluciones mediáticas sin comprender la dinámica global sobre las que se construyen las acciones que se ejecutan por otros individuos que forman parte del grupo social sin comprenderlos, y que estamos contestes en denominar como actos terroristas, y sin desplegar un estudio multidisciplinario, contextualizado según las zonas geográficas y atendiendo de manera sistemática a toda la legislación aplicable, simplemente les estaremos dando la razón a quienes se pretende combatir o respecto de quienes pretendemos prevenir sus conductas. Estaremos, una vez más, improvisando, cambiándolo todo para que todo quede igual.
Al no entender a estos sujetos, no vemos sus características, que nos permitan determinar su origen, sus sensibilidades y la desesperación con lo que actúan. Ellos ven en su conducta un acto más bien de coraje en lugar de un atentado o delito. En 1869, Sergeui Necháiev, fundador del terrorismo ruso, señalaba: “Para nosotros, la palabra sólo tiene significado cuando se siente su significado oculto, y la acción sigue inmediatamente después. ¿Y qué es un acto o una acción? No es un discurso, una discusión política ni un voto, ni siquiera una manifestación, una huelga o “una sentada”, sino algo que destruye algo absolutamente”.
En general, todos los individuos que llegan a estos extremos han sido unos reformistas encantados de la actividad política y las ideologías, pero que se han visto desilusionados de la “verborrea” de quienes copan estos escasos espacios de participación, ya institucionalmente cerrados, y que terminan constatando que pese a lo radical que pueden aparecer los discursos de alguno de sus líderes, finalmente siempre el monopolio del poder sigue estando en la misma elite de siempre, que se sirve de la ambición de los que optan por una “carrera política”, vaciando al lenguaje de todo contenido.             
En el “Orden del Discurso”, Michel Foucault expresaba que “En una sociedad como la nuestra son bien conocidos los procedimientos de exclusión. El más evidente, y el más familiar también, es lo prohibido. Uno sabe que no tiene derecho  a decirlo todo, que no se puede hablar de todo en cualquier circunstancia, que cualquiera, en fin, no puede hablar de cualquier cosa. Tabú del objeto, ritual de la circunstancia, derecho exclusivo o privilegiado del sujeto que habla: he ahí el juego de tres tipos de prohibiciones que se cruzan, se refuerzan o se compensan, formando una compleja malla que no cesa de modificarse”. Se da una fachada de supuesta representación y el discurso político se viste de cambio sin serlo. El que se dice probo resulta ser corrupto. El que llama a la participación resulta ser un déspota.
La violencia que juzgamos como terrorista en Chile aun es residual y creo que podría ser abordada siempre y cuando superemos la ingenuidad de no concebir al que actúa como alguien como nosotros y de no dejar de hacernos cargo de los motivos que conducen a estos sujetos, siempre aislados y minoritarios cuando están en ciernes, a llegar a consumar tales conductas, que dirigidas por un caudillo carismático, podrían conducirnos a ser espectadores en el futuro de una recalificación de los mismos en acciones necesarias.
Esto en un contexto de la inexistencia de los espacios de participación ciudadana y en el secuestro de la indispensable actividad política en las mismas manos de siempre, lo que nos ha dirigido, como en otros lugares del mundo que vemos como lejanos, hacia una desilusión colectiva a su respecto, una falta de representatividad y a estos actos de violencia extrema ejecutados por los más desesperados, que indudablemente deben ser juzgados y condenados, sea cual sea su tendencia y el lugar en que se consumen tales conductas.
En “Sobre Héroes y tumbas”, Ernesto Sábato afirmaba: “Nuestra razón, nuestra inteligencia, constantemente nos están probando que ese mundo es atroz, motivo por el cual la razón es aniquiladora y conduce al escepticismo, al cinismo y finalmente a la aniquilación. Pero, por suerte, el hombre no es casi nunca un ser razonable, y por eso la esperanza renace una y otra vez en medio de las calamidades. Y este mismo renacer de algo tan descabellado, tan sutil y entrañablemente descabellado, tan desprovisto de todo fundamento, es la prueba de que el hombre no es un ser racional”.
En estos momentos múltiples batallas se gestan en el mundo, se mutila y asesina a otros seres humanos por las más variadas y absurdas justificantes étnicas, políticas y religiosas. Pero seguimos sobreviviendo y nos levantamos una y otra vez venciendo a la angustia, más allá de todo lo racionalmente admisible, sosteniéndonos en la esperanza, como seres pasionales que somos.
Es por ello, que creo que podemos vencer y construirnos una y otra vez sobre la desilusión, siempre y cuando nos decidamos a romper con la inercia y levantarnos para hacernos escuchar, por sobre todos quienes se pretenden dueños de los espacios públicos y de los discursos políticos. Sólo así, se podrán erradicar naturalmente, en el ámbito de la institucionalidad democrática, todas las manifestaciones de violencia, miedo y exclusión.